Escena 1: "Interrogatorio"
La Comisaria Daniela Hernández ,en su despacho , sentada en su viejo escritorio; frente a tres sospechosas de un asesinato intenta descifrar el misterio de una muerte siniestra...un cuarto oscuro, tres sospechosas, una vieja comisaria, un asesinato, así comienza la historia.
La primera porteña era alta y flaca.
La segunda porteña era baja y rubia.
La tercera porteña era mediana y tenía un diente de lata.
La cuarta porteña estaba muerta.
¿Quién fue? – Pregunto la comisario Daniela Hernández.
-Yo no (dijo la primera porteña)
-Yo tampoco (dijo la segunda porteña)
-Yo menos (dijo la tercera porteña)
La cuarta porteña estaba muerta
Daniela Hernández puso los cuatro sombreros sobre el escritorio. Así:
El sombrero de la primera porteña estaba mojado adelante .
El sombrero de la segunda porteña estaba seco en el medio.
El sombrero de la tercera porteña estaba mojado adelante.
El sombrero de la cuarta porteña estaba todo mojado.
Escena 2: "las porteñas en la esquina".
Con objeto de descubrir quien habia sido la culpable de tan atroz asesinato, la comisaria con una vivaz idea decidió encubrir entre sus preguntas grandes enrriedos ,para que así ,la asesina confesara su crimen aún sin saber ella misma que se habia declarado culpable.
¿Qué hacían en esa esquina? –Preguntó la comisario Hernández .
-Esperábamos un taxi – Dijo la primera porteña.
-Llovía muchísimo- Dijo la segunda porteña.
-¡Como llovía! –Dijo la tercera porteña.
La cuarta porteña dormía la muerte dentro de su grueso sobretodo.
¿Quién vio lo que pasó? – Preguntó Daniela Hernández .
-Yo miraba hacía el norte – Dijo la primera porteña.
-Yo miraba hacía el este –Dijo la segunda porteña.
-Yo miraba hacía el sur –Dijo la tercera porteña.
La cuarta porteña estaba muerta. Murió mirando al oeste
¿Quién tenía el paraguas? – Preguntó la comisario Hernández.
-Yo tampoco –Dijo la primera porteña.
-Yo soy baja – Dijo la segunda porteña.
-El paraguas era chico –Dijo la tercera porteña.
La cuarta porteña no dijo nada. Tenía una bala en la nuca.
-¿Quién oyó el tiro? Preguntó Daniela Hernández.
-Yo soy corta de vista –Dijo la primera porteña.
-La noche era oscura –Dijo la segunda porteña.
-Tronaba y tronaba –Dijo la tercera porteña.
La cuarta porteña estaba borracha de muerte.
¿Qué hicieron al ver al muerto?-Preguntó Daniela Hernández.
-Yo me saque el sombrero –Dijo la primera porteña.
-Yo me descubrí –Dijo la segunda porteña.
-Mis homenajes al muerto –Dijo la tercera porteña.
Los cuatro sombreros sobre la mesa.
– ¡Usted lo mató! –Dijo Daniela Hernández .
-¿Yo señora? Preguntó la primera porteña.
-No, señorita – Dijo Daniela Hernández .
-¿Yo señora? –Preguntó la segunda porteña .
-Si, señorita – Dijo Daniela Hernández .
Escena 3: "Se devela el misterio".
Luego de descubrir a la culpable del asesinato , la Comisario Hernández decide relatar la situación en la cual se desarrolló el crímen; aún permaneciendo en su viejo escritorio, en la oscuridad de una sala de la comisaria (su despacho) las tres porteñas deciden escuchar con atención el relato.
“El paraguas era chico y ustedes eran cuatro. Mientras esperaban, la lluvia les mojo la parte delantera del sombrero”.
“La que miraba al norte y la que miraba al sur no tenían que darse vuelta para matar a la que miraba hacia el oeste. Le bastaba mover el brazo derecho o izquierdo a un costado. La que miraba al este en cambio, tenía que darse vuelta del todo, porque estaba de espaldas a la víctima. Pero al darse vuelta se le mojo la parte de atrás del sombrero. Su sombrero esta seco en el medio, es decir, mojado adelante y atrás .Los otros dos sombreros se mojaron solamente adelante, porque cuando sus dueñas se dieron vuelta para mirar el cadáver, había dejado de llover. Y el sombrero del muerto se mojo por completo al rodad por el pavimento húmedo.”
“La asesina utilizó un arma de muy reducido calibre, un matagatos de esos con que juegan los chicos o que llevan algunas mujeres en sus carteras. La detonación se confundió con los truenos (esa noche hubo una tormenta eléctrica particularmente intensa) pero la segunda porteña tuvo que localizar en la oscuridad el único punto realmente vulnerable a un arma tan pequeña: la nuca de su víctima, entre el grueso sobretodo y el engañoso sombrero. En esos pocos segundos el fuerte chaparrón le empapó la parte posterior del sombrero. El suyo es el único que presenta esa particularidad .Por lo tanto es la culpable.”
La primera porteña se fue a su casa.
A la segunda no la dejaron.
La tercera se llevó el paraguas.
La cuarta porteña estaba muerta.
Muerta.